En el cartílago articular hay pocas células; solamente un 3-10% de su volumen está ocupado por condrocitos (las células específicas del cartílago) y éstos carecen de capacidad para migrar, lo que dificulta claramente la capacidad del cartílago para auto repararse.
Aun así, hay nutrientes que favorecen la nutrición del hueso, el metabolismo óseo, la protección del cartílago y su mantenimiento. La vitamina C, por ejemplo, estimula la producción de colágeno. La vitamina D participa en la síntesis de proteoglicanos y la vitamina E mejora la protección de la matriz del cartílago. El selenio, el zinc, el cobre y el manganeso, así como los ácidos grasos poliinsaturados, parecen también estar implicados en los procesos de elaboración del colágeno y en la reducción de la inflamación del cartílago.
Los nutrientes que destacan de forma especial son las vitaminas D y C, y algunos minerales (calcio, fósforo, magnesio, silicio, azufre).
Calcio y fósforo: complementan la formación, desarrollo y mantenimiento de huesos y dientes, pero se ha de mantener un equilibrio, ya que la abundancia o carencia de uno, afecta a la capacidad de absorber el otro.
Magnesio: forma parte de las membranas de las células y la estructura ósea. Debe estar en equilibrio con el calcio, dado que su carencia inhibe la síntesis de vitamina D, necesaria para la correcta mineralización ósea.
Silicio: participa en la síntesis de elastina y de colágeno, que optimizan la fijación del calcio y del magnesio en los huesos y estimula la formación y mineralización ósea.
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