La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que se ha convertido en la forma más común de demencia en las personas mayores. Como consecuencia del envejecimiento de la población, cada vez hay más personas afectadas por esta enfermedad.
La enfermedad de Alzheimer produce una disminución de las funciones intelectuales, dificulta el aprendizaje de nuevos conceptos, interfiere en la capacidad de la persona para hacer su vida diaria y produce cambios en su personalidad y conducta. Hay que decir que no todos los deterioros de las capacidades mentales relacionados con la edad evolucionarán hacia la enfermedad de Alzheimer.
Según la información que aporta el Canal Salud Gencat, las causas y la progresión de la enfermedad no son claras. Las últimas investigaciones asocian la aparición de la enfermedad a factores genéticos, agentes tóxicos o ambientales. También se cree que pueden intervenir enfermedades mentales, respuestas inflamatorias o traumatismos craneales con pérdida de conocimiento, que favorecerían de manera conjunta o aislada, el desarrollo de la enfermedad.
Entre los factores de riesgo podemos se cuentan: la edad (a mayor edad, más riesgo de sufrir la enfermedad), el sexo (la mayoría de estudios han observado un mayor número de mujeres, lo que podría explicar, en parte, debido a que hay más mujeres que hombres y también porque tienen una esperanza de vida más alta), factores genéticos o hereditarios, síndrome de Down (muchos niños con síndrome de Down desarrollarán la enfermedad de Alzheimer cuando lleguen a la edad adulta, aunque pueden no presentar todos los síntomas), traumatismo craneal (hay evidencias que hacen pensar que una persona que haya sufrido un traumatismo craneal puede tener más probabilidades de desarrollar la enfermedad); el riesgo aumentaría si en el momento de sufrir la lesión la persona tiene más de cincuenta años, si tiene un gen específico (ApoE4) y si, inmediatamente después del accidente, ha perdido el conocimiento.